viernes, 5 de septiembre de 2008

Ángel, el fin de Arquero Urbano.

Llevo diez minutos delante de la pantalla sin saber qué decirte. Sí, me dirijo a tí. Al que escucha mi voz dentro de su cabeza narrándole lo que sus ojos ven avanzar hacia la derecha. Es probable que me conozcas, que hayas compartido experiencias, charlas y altibajos con quien te escribe. ¿Te puedo pedir algo? Sigue conmigo hasta el final. ¿Es mucho pedir? Voy a animarte a seguir leyendo. Éste es el último mensaje que va a ver la luz en Arquero Urbano. ¿Curiosidad? Acompáñame..

Me he dado cuenta que este blog ha encerrado una mentira perversa. Creía que, escribiendo, mostraba una parte de mí que no se ve desde fuera, pero he perdido tanto tiempo en disfrazarla (Para muestra, la etiqueta "Íntimo y Personal", llena de parábolas en las que trataba de desahogarme, y terminaba perdiéndome en líneas sin sentido), que no puedo sino reconocer mi fracaso más absoluto. Si queréis que sea sincero, nunca logré descubrir el por qué de este blog. Lo abrí en un momento complicado. 8 de septiembre de 2007. A un día de mi cumpleaños, con el corazón destrozado, y mi abuela a punto de morir. Tal vez necesitaba escribir para exorcizar unos demonios que luchaban con uñas y dientes por derrotarme. O tal vez fuera para recordar quién era. Lo había olvidado. Me miraba al espejo y no me reconocía. Recordaba mis últimos actos y me asustaba. Mi vida se desmoronaba y no había cumplido los 26. ¿Iba a ayudarme el escribir? Ha pasado un año, y no sé responder. Os he contado mis viajes y mis inquietudes, os he hablado de cine y economía, pero creo que hasta hoy no os he hablado abiertamente sobre mí. Y es atrevido utilizar un lugar al que todos pueden acceder para leerlo. Todo, en un mundo en el que llenamos nuestras charlas de trivialidades, en el que a todos nos debe ir bien (¿Cómo va eso? Bien), en el que protegemos nuestro alma (permitidme que lo llame así) por simple rutina. Hoy, voy a tratar de romper con todo esto para haceros llegar algo de mí que permanecía oculto. No estoy preocupado. Leer esto implica cumplir un pacto que no desvelaré hasta el final. Aunque parezca ingenuo, mi fe en vosotros me deja tranquilo.

Decía que ha pasado un año. Los que me conocéis, sabéis que mi sonrisa ha cambiado. Antes surgía; ahora se abre camino. No sé si os habíais dado cuenta, pero os lo quería decir. Creo que lo que ocurre con mi sonrisa tiene un origen médico. No bromeo, ¿eh? Seguro que a todos os ha pasado, pero ¿Habéis sentido alguna vez el pecho oprimido por algo que no sabéis de dónde viene? Imaginaros que el pecho está así durante 365 días. Supongo que a mi sonrisa se le han quitado las ganas de luchar. Qué sé yo.. Creo que estoy empezando a divagar, y a rememorar los prescindibles textos de "Íntimo y Personal". Cambio de párrafo, para recuperar la emoción..

El tiempo tiene poca importancia en esta vida. Hay minutos eternos, y años que pasan volando. Eso me lleva a pensar que un año es tan corto o largo como lo marquen las circunstancias. Y creo que éste, en lo que a mí respecta, ha sido lento pero increiblemente corto. A pesar de todo, puedo decir, sin miedo a equivocarme, que ha sido el año más relevante de toda mi vida. En él, he aprendido a descubrir quién soy; en él, he colgado un espejo en el que mirarme y reconocerme. Parece fácil, pero no lo es. Mirarse a la cara es jodido. Hay el riesgo de llevarse sorpresas imprevistas. Y alguna negativa, para qué negarlo. ¿Os pongo un ejemplo? Este Blog lleva como nombre Arquero Urbano. Curiosa elección de una persona que se ha pasado los dos últimos años de su vida corriendo campo a través y esquivando flechas imaginarias.

Ayer ocurrió algo. Tu, que me conoces, me habrás oido decir que no terminaba de vivir tranquilo porque tenía mucho miedo de encontrarme con algo. ¿Sabes de lo que te hablo, verdad? Bien.. Ayer me lo encontré. El destino es así. Ya puedes correr y esconderte, que puede tenderte una trampa y hacerte mirar donde no querías. Y bueno, no os negaré que ha sido difícil. Intuir te deja intranquilo. Saber empieza a ser complicado. Pero ver es sencillamente inapelable. Vuelta a las flechas. Ésta es real, y duele. Y no debería ser así, pero duele..

Y ante eso, llegan las preguntas. ¿Asumo que el sentido de mi vida era ese, y que no he hecho sino engañarme a mí mismo cuando mis inquietudes han sido tan primarias y sencillas como las de la mayoría? Puede que lo fuera. Tal vez os he hablado demasiado de cosas que realmente no me importan. Tal vez el problema no era trabajar en un banco en vez de hacer cine. Tal vez eso era una tapadera mientras miraba de reojo a lo que de verdad me ha hecho temblar por primera y última vez. Tal vez no era frustración, sino una herida abierta. Tal vez es que sólo tenía derecho a un tren y lo perdí. Tal vez no pase ninguno más, o que los que pasen no me parezcan míos. Tal vez.. Tal vez.. Pero no.. Llevo toda la vida luchando en silencio. Contra demasiadas cosas. Contra una, mejor dicho. Mi peor enemigo. Yo mismo.

Bueno.. Creo que es hora de ir cerrando. ¿Ya? Sí. Os he decepcionado, lo sé. Tal vez quiera echar el freno por enésima vez, aunque supongo que ya es tarde. Os tranquilizaré respecto al último párrafo. No hay rendición, sólo reflexión. Ángel ha aprendido a no rendirse, y a seguir luchando. ¿No, Ángel? Ángel titubea mientras escribe.. Pero seguirá luchando. En silencio, que lo de hoy es una excepción. Ángel necesitaba usar este Blog por última vez, para hablaros a todos. Para daros las gracias por haber estado ahí. Para reconocer que ha sido un año muy difícil, y que aún queda camino por recorrer. Cuando os doy las gracias, no me refiero a la lectura, sino a la vida. Ángel no os lo dirá nunca, pero sois importantes. Demasiado para prescindir de vosotros. Ángel cierra este Blog porque hasta hoy no ha sabido para qué lo había creado. Y le gusta este mensaje para cerrarlo.

Y ahora viene el trato.


Querido lector,
Al haber leído esta entrada del Blog, te has comprometido a no hablar nunca de ello con el que lo ha escrito. Tengo tu firma, grabada por la mirada que ha recorrido cada palabra. Será nuestro secreto. Si quieres decirme algo, puedes hacerlo aquí. A pesar de todo, lo hagas o no, asumiré que en pocos minutos habrás olvidado todo lo que has leído. Y recuerda que siempre negaré que lo haya escrito.


A todos los que han leído alguna vez Arquero Urbano, ha sido un enorme placer.

Hasta siempre,

Ángel.

La Última Ráfaga de Viento Sureño.

El último día les dejé a unos metros de la Alhambra, contemplándola desde lejos, sin poder alcanzarla. No voy a ser yo quien rompa el hechizo diciéndoles lo que podrán encontrar. No voy a ser yo quien mancille con toscas palabras aquello con lo que el Castillo Rojo quiera sorprenderles. La Alhambra se deja visitar a través de una ruta marcada por el siglo XXI. Creo que es un error. Tan grave como dejar abierto el Patio de los Leones sin Leones. La Alhambra debería ser desalojada para que todos y cada uno de ustedes la vieran en soledad. Para que pasearan por sus jardines a primera hora de la mañana, despertando con el perfume de flores de mil colores, mientras el agua dibuja surcos en el aire. Para que subieran a la Torre de la Alcazaba y dirigieran su mirada hacia donde nadie la ha dirigido jamás. Hay cuevas en las montañas donde vive gente. Hay una ciudad dispuesta a postrarse a sus pies. Hay paredes y techos tan hermosos que robarán su aliento, y soñarán con sus dedos recorriendo las mil y una noches que guardan la piel de los palacios nazaríes. Mucho estoy hablando. Hoy no habrá fotos ni detalles. Hoy guardo los secretos de la Alhambra, pues nada me permite mostrarlos.

Y acabó. Acabó, sí, y ya sé que faltan días. No les hablaré de mis tres jornadas en Torremolinos, porque no merece la pena. Sol, playa, sombrillas, toallas, palas, olas, crema bronceadora, cine de verano, chiringuitos.. Pongan cualquier Informativo veraniego y se ahorrarán unas líneas. Vaya un recuerdo para una italiana fogosa, que arrinconaba a su pareja en la piscina, en la playa y donde fuera. Jamás he visto a nadie pasar tanto tiempo boca abajo como a aquel chico. Vaya otro para un cineasta en ciernes, que hacía pasear a su mujer por la piscina para filmarla. Vaya otro para mí, y para Jose, qué carajo.

Quiero hablarles de algo, antes de terminar. Les hablaré de una noche en Puerto Banús, una villa malagueña apartada del mundo, en la que el lujo ha fijado su residencia. Allí, las 12 de la noche quitan las galas a Cenicienta, y dejan las calles llenas de tiendas abiertas, restaurantes inundados, yates a estribor, y deportivos a babor. Puerto Banús es un zoológico de gente "asquerosamente guapa y asquerosamente rica". Es digno de ver. Es la antítesis de la miseria. Quise echar un vistazo y todos los focos se plantaron sobre mí. Desistí y volví con los míos..

Y volví.. Volví a Barcelona. Como cuando dejé Nueva York. Siempre vuelvo a Barcelona. Incluso cuando no estoy allí..

FIN.

PD. No se pierdan el próximo mensaje.. Arquero Urbano lanzará su última flecha.

martes, 2 de septiembre de 2008

Graná

Tras un temprano amanecer, en el que recorrimos brevemente los restos de unos baños árabes y la silenciosa sencillez de la Sinagoga judía, Jose y yo cogimos nuestras cosas y nos dispusimos a abandonar Córdoba en dirección a Granada. Miramos el mapa, y recordamos que nos quedaba algo por ver. Una antigua ciudad que distaba pocos kilómetros de la ciudad cordobesa, que se elevaba al pie de una pequeña cumbre, y que fue bautizada con el nombre de Medina Azahara. Hoy es una ciudad en ruinas, pero aún reposa en sus desgastadas piedras cierto aire de distinción. Un gigante la contemplaría como una maqueta envejecida, esperando a que un enorme soplo borre el polvo que rasga su pedregosa piel. Aún hay restos de caminos, arcos, palacios y jardines. Aún el Sol la castiga con el fuego del mediodía. Aún es parte de un mundo que la borró de su muestrario.

Fue un viaje lento, por carreteras andaluzas en las que las estepas, los campos de olivos y los pueblos iban quedando atrás. Llegamos a Granada pasado el mediodía. Graná, que la llaman los lugareños. Aparcamos el coche en una calle adyacente al callejón donde descansaba nuestro hotel, una pequeña joya de otros tiempos que, tras una evidente restauración, parece más un palacio en medio de la ciudad. Una vez allí, nos atendió una joven cuya dulzura cuesta más de olvidar que su nombre. "Callejead por el Albaicín, pues Graná es p'a andarla" -nos dijo-. Comimos en una calle llena de restaurantes, y reposamos en la habitación antes de desafiar al último Sol.

La ruta por Granada comenzó en una gran avenida, buscando la Catedral y la Capilla Real. No fue difícil hallarlas. Las verán juntas, pero pagarán por separado. Las fotos están prohibidas en la Capilla Real. La sala principal está engalanada por un altar dorado, que actúa como fondo de dos tumbas labradas con la imagen de los Reyes Católicos. Alrededor de las mismas, vimos unas pequeñas escaleras, por las que casi nadie bajaba. Tal vez pasan desapercibidas en medio de tanto resplandor. Hay algo macabro en tan principesco santuario. Uno lo advierte al notar que tan inocente y pequeño descenso oculta un cristal, y que, tras él, descansan seis pequeños atauds, con los restos de la saga monárquica más glorificada de la historia de España. Creánme si les digo que no pude apartar los ojos durante varios segundos. Cuántos años separan mi mirada del último suspiro de lo que ahora son cenizas. Cuántos años..

Llegamos a la Catedral, con los recuerdos aún frescos. Aparecimos en una sala llena de cuadros, muebles y espejos, en los que buscábamos nuestro reflejo con interés y curiosidad. Avanzamos y llegamos a la gran capilla. Altares dorados y vigorosas y blancas columnas guardan a la catedral granadina. No diré más, pues mucho hemos hablado ya de Catedrales, ¿No creen?

Y finalizo aquí. O no. Antes, un pequeño viaje. Antes, callejearemos por el Albaicín, legendario barrio nazarí, donde el Islam buscó resistir. Y resistió tanto, que está por todas partes. Sigue en una calle estrecha, que mira hacia arriba en medio de un bazar. Y digo bazar porque pienso en aquellas pequeñas tiendas, en las alfombras, en el estallido de colores, y en los tejidos que inundaban sus paredes. Y sigue en el perfume del té, que sale de las teterías del Albaicín. Y sigue porque camino y vuelvo al desierto, y a los turbantes, y a un extraño humo que aún huele a destrucción. Y sigue porque avanzamos por calles blancas y estrechas, que siempre miran hacia arriba. ¿Y por qué hacia arriba? ¿Y dónde me lleva? Graná es p'a andarla..

Emergió sin darme cuenta. Emergió en el horizonte del Mirador de San Nicolás, ante mis ojos y elevada sobre una colina. O tal vez sobre una nube. O sobre las estrellas, que más dará. La miré con cuidado, para no estropearla. La miré con la brisa de compañera. La miré allí, detenido. La miré descendiendo las calles del Albaicín. Llegué a sus pies, al que llaman Paseo de los Tristes. Será por mi congoja y la de todos los conquistadores fracasados. No saben de qué les hablo, tal vez. Les hablo de unos muros que se vuelven rojos al anochecer. Les hablo de quien roba rayos de sol para pintar sus paredes. Les hablo de quien vigila Granada noche y día. Les hablo del Castillo Rojo. Les hablo y les hablaré. Les pediré que me acompañen. Les hablo de la Alhambra...