viernes, 5 de septiembre de 2008

La Última Ráfaga de Viento Sureño.

El último día les dejé a unos metros de la Alhambra, contemplándola desde lejos, sin poder alcanzarla. No voy a ser yo quien rompa el hechizo diciéndoles lo que podrán encontrar. No voy a ser yo quien mancille con toscas palabras aquello con lo que el Castillo Rojo quiera sorprenderles. La Alhambra se deja visitar a través de una ruta marcada por el siglo XXI. Creo que es un error. Tan grave como dejar abierto el Patio de los Leones sin Leones. La Alhambra debería ser desalojada para que todos y cada uno de ustedes la vieran en soledad. Para que pasearan por sus jardines a primera hora de la mañana, despertando con el perfume de flores de mil colores, mientras el agua dibuja surcos en el aire. Para que subieran a la Torre de la Alcazaba y dirigieran su mirada hacia donde nadie la ha dirigido jamás. Hay cuevas en las montañas donde vive gente. Hay una ciudad dispuesta a postrarse a sus pies. Hay paredes y techos tan hermosos que robarán su aliento, y soñarán con sus dedos recorriendo las mil y una noches que guardan la piel de los palacios nazaríes. Mucho estoy hablando. Hoy no habrá fotos ni detalles. Hoy guardo los secretos de la Alhambra, pues nada me permite mostrarlos.

Y acabó. Acabó, sí, y ya sé que faltan días. No les hablaré de mis tres jornadas en Torremolinos, porque no merece la pena. Sol, playa, sombrillas, toallas, palas, olas, crema bronceadora, cine de verano, chiringuitos.. Pongan cualquier Informativo veraniego y se ahorrarán unas líneas. Vaya un recuerdo para una italiana fogosa, que arrinconaba a su pareja en la piscina, en la playa y donde fuera. Jamás he visto a nadie pasar tanto tiempo boca abajo como a aquel chico. Vaya otro para un cineasta en ciernes, que hacía pasear a su mujer por la piscina para filmarla. Vaya otro para mí, y para Jose, qué carajo.

Quiero hablarles de algo, antes de terminar. Les hablaré de una noche en Puerto Banús, una villa malagueña apartada del mundo, en la que el lujo ha fijado su residencia. Allí, las 12 de la noche quitan las galas a Cenicienta, y dejan las calles llenas de tiendas abiertas, restaurantes inundados, yates a estribor, y deportivos a babor. Puerto Banús es un zoológico de gente "asquerosamente guapa y asquerosamente rica". Es digno de ver. Es la antítesis de la miseria. Quise echar un vistazo y todos los focos se plantaron sobre mí. Desistí y volví con los míos..

Y volví.. Volví a Barcelona. Como cuando dejé Nueva York. Siempre vuelvo a Barcelona. Incluso cuando no estoy allí..

FIN.

PD. No se pierdan el próximo mensaje.. Arquero Urbano lanzará su última flecha.

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