lunes, 31 de diciembre de 2007

2007,5

Aún amarga en mis labios la hiel de 2007, mientras veo acercarse a 2008. Se le vé radiante y seductor. Me enseña su hombro desnudo. Me abre sus sábanas. Quiere atraparme. Quiere que baje la guardia. Quiere hacerme creer que no es veneno lo que sabe dulce; que hay Paraíso en este mundo; que hay un sitio para mí.

Me despido. Te despido. Nunca te olvidaré.

Ángel (I/I/MMVII,V)

domingo, 30 de diciembre de 2007

La dramática derrota del PVI

Corría el año 1993, y contaba yo con la tierna edad de 11 años. A una tal Isabel, tutora de la clase, se le ocurrió la brillante idea de teatralizar un proceso electoral, y convertir el colegio en algo así como un Estado Independiente en busca de presidente. Sexto de EGB debía presentar tres candidaturas para que los alumnos de séptimo y octavo adoptasen el rol de electorado y votasen. Por suerte o por desgracia, mis queridos compañeros quisieron que yo encabezara una de las listas.

Del proceso pre-electoral, surgieron tres partidos, que deberían disputarse la presidencia: El PPE (Partido Popular de los Estudiantes), el PPAM (Partido Popular de la Academia Mistral), y el PVI (Partido de las Vacaciones Indefinidas). Yo representaba a este último. La campaña se inició empapelando el colegio con fotos y slogans de los candidatos. Se luchaba por cada centímetro de pared con uñas y dientes. Una gran foto, o diez pequeñas. El impacto era esencial. Yo no recuerdo mi foto. Ni pretendo recordarla, si quieren que les sea sincero.

Como en todo proceso electoral que se precie, pronto se inició una brutal guerra subterránea por la caza de votos. El PVI jugó demasiado limpio. Los míos debieron advertir que en el PPE estaban los más pillos de la clase. Mientras nosotros trabajábamos el discurso, ofreciendo vacaciones indefinidas y remuneradas para estudiantes y profesores, el PPE se dedicaba a otros menesteres. Uno de sus componentes dedicó una tarde a regalar pulseras entre el potencial electorado. Todo, acompañado de un "Espero tu voto". 11 añitos, y ya con esas. Corrupción infantil. ¡Qué vergüenza!

Uno de los grandes momentos llegó con el discurso electoral. Nosotros lo llevábamos preparado. Era implacable, perfecto. "Si ganamos, sólo habrá vacaciones". Evitamos la guerra subterránea, y fuimos a lo directo. Al oído, al paladar, al corazón, si me apuran. Presentamos nuestra propuesta clase por clase, incidiendo en cada palabra, en cada matiz. Todo acompañado de un inigualable despliegue audivisual. Cartel de 3 metros de largo por 2 de alto, con el slogan "VOTA PVI. TU FUTURO". De fondo, sonando una canción maravillosa, cercana. "Si te quieres divertir, vota al PVI.." ¿Cómo íbamos a perder? Asistimos al discurso de los otros, y no había comparación. Las representantes del PPAM sufrían un ataque de risa en cada clase que pisaban. El PPE siguió haciendo regalos. Ambos carecían de discurso. Rellenaron sus intervenciones con fuegos artificiales, porque la guerra de la palabra la tenían más que perdida.

Sin lugar a dudas, el PVI era, por aclamación, el partido que más estaba haciendo por ganar. Se le veía serio, intenso y cautivador. No obstante, para ganar hacía falta algo más. Al acercarse la fecha de la votación, la corrupción fue en aumento. Confesaría haber cedido algún puesto en la cola para beber agua en la fuente a cambio de obtener votos, pero no lo haré. No sin pruebas. El PPE pasó a lo serio, subió un pistón y, la jornada anterior al Día D, se puso a regalar helados a la salida del colegio. Las 5 de la tarde. Los chavales salen encantados. A casa degustando un polo. Estos merecen el voto. Llegó el día, y triunfó el PPE. Carecían de discurso. Populismo barato. Atropello. Se confirmó el drama. Perdimos. Fuimos segundos. Fue injusto. La gente se dejó comprar y sobornar, y tiró a la basura el gozo de un ocio perpetuo. Un helado por unas vacaciones. Arrancamos los carteles de las paredes, en silencio. 2000 pesetas en dulces y habríamos ganado las elecciones. ¡Maldita sea!

Moraleja : Si quieren presentarse a unas elecciones, olvídense de lo que es mejor para el pueblo. Sobornen, y ganarán.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Econópolis (parte III) - Cuestión de Poderes

"Se denomina apoderado, en Derecho, a la persona que tiene la capacidad jurídica para actuar en nombre y por cuenta de otra."

Permítanme contarles una historia. Un 20 de octubre, Oswaldo fue a pedir un préstamo a su entidad bancaria, donde ya tenía una hipoteca de 260.000 €. Necesitaba hacer reformas en casa y, al no disponer de liquidez, se veía obligado a endeudarse más de lo que ya estaba. El empleado del banco, siguiendo la operativa habitual, realizó una consulta al Banco de España para ratificar que la única deuda que soportaba el cliente era su hipoteca. Obtuvo respuesta al día siguiente. Oswaldo no tenía una hipoteca. Tenía dos. Y no estaba endeudado por 260.000, sino por más de 500.000 €.

Voy a explicarles lo que pasó. Es enrevesado, pero acaba resultando fácil de entender. Cuando Oswaldo tomó la difícil decisión de comprar un piso, acudió a una inmobiliaria para acceder al mercado. Tras un tiempo de búsqueda, encontró uno que, por características y precio, se adaptaba a lo que estaba buscando. La inmobiliaria, siempre diligente, puso a disposición de Oswaldo su propia financiera, con objeto de buscar un banco y encontrarle una "magnífica hipoteca". De forma inmediata, nuestro amigo presentó su documentación (contrato de trabajo, nóminas..) al comercial de la financiera, quien se puso a trabajar enseguida, moviendo el papeleo por diferentes entidades. Al final, una le dio el sí. "Nosotros se la damos, pero..."

Necesitamos que en la operación entre MÁS GENTE. Él, junto a su esposa, no puede hacerse cargo de la cuota a pagar cada mes, pero si conseguimos que haya más gente apoyándole en la operación, PUEDE HACERSE.

Cuando hablamos de financieras, nos vemos obligados a introducir un pequeño concepto, del que ya hablaremos en próximas entregas de Econópolis, pero que no deja de ser importante para entender lo que van a leer aquí. La firma de una operación hipotecaria proporciona al empleado de la financiera (o Broker) un generoso pellizco. Al ejercer como intermediario, y buscar un banco, es comprensible pensar que sea uno de los primeros en extender la mano. Podemos hablar, perfectamente, de una comisión que ronde los 6.000 €. ¿Moraleja? El Broker es, con diferencia, el primer interesado en que la operación PUEDA HACERSE.

Un par de días después, Oswaldo se reunió con el empleado de la financiera para saber cómo estaba la operación. Éste se lo puso fácil. "Búscate un amigo o un familiar que te ayude. Pídele la misma documentación que te pedí a tí, y en un par de semanas tienes piso" Oswaldo salió feliz de la reunión. Cogió el teléfono, llamó a su hermano Alfredo, y éste, que (casualmente) también estaba en proceso de comprar un piso, accedió al momento a echarle una mano.

Con toda la documentación en su poder, el empleado de la financiera acudió al banco, y obtuvo el sí. Había que tasar el piso y, si todo salía bien, la operación podía firmarse en una semana. Llegó la firma y, dado que Alfredo no podía acudir, se hizo un poder ante notario a favor de Oswaldo para que éste pudiera firmar por él. "Firme aquí.. y aquí". En la notaría, todo va muy rápido. Se trata de eso, de ir muy rápido. Nadie se entera de nada, nadie escucha. Sólo hay un sonido de fondo, que es la voz del notario, y un piso en el horizonte. Al final, todos contentos. Uno con el piso, otro con el cheque, y nuestro Broker con su comisión.

Ésta es la historia tal y como la conocía Oswaldo antes del 20 de octubre. ¿De dónde salía la otra hipoteca? ¿Se lo imaginan?

Al enterarse que Alfredo estaba buscando piso, el empleado de la financiera vio la oportunidad de hacer un 2x1. Debía hacer un movimiento rápido, pero si le salía, el pellizco sería doble. Una reunión con Alfredo le bastó para ponerlo todo en marcha. "Yo tengo tu documentación, la de tu mujer, pero también la de tu hermano y tu cuñada, que ya tienen aprobada la hipoteca. Si nos movemos rápido, podemos usarla para que te den a tí la tuya. Será cuestión de hacer exactamente lo que hemos hecho con tu hermano, pero al revés". ¿Qué hizo el Broker?

1 - Cruzó las dos operaciones en un margen de tiempo mínimo. Si el banco que concedía la hipoteca a Oswaldo pedía información al Banco de España sobre éste y su hermano, no encontraría nada, ya que ninguna de las dos operaciones estaba aún firmada. En el caso del banco de Alfredo, estamos en las mismas. Obviamente, de saber lo que estaba ocurriendo, ninguno de los dos bancos habría concedido la hipoteca. El Banco de España tarda unos días en actualizar su base de datos. Si el Broker conseguía salvar ese margen, conseguiría las dos firmas. Lo hizo. Cruel, inmoral pero, permítanme, magistral.

2 - Ocultó la información a Oswaldo, con un sencillo movimiento. "Ya que tu le has hecho a tu hermano un poder para que firme por tí, ¿Por qué no le pides que te devuelva el favor, y te firme un poder a tí para, digamos, apoyarte en un préstamo de 6.000 € para el que tu banco te pide un aval?

Poderes. Qué magnífico recurso. Pregunten en las notarías a qué velocidad se han movido los apoderamientos en el último lustro. Era tan sencillo y goloso, que con una persona podía bastar para representar a tres o cuatro intervinientes. Firmas y más firmas. Como churros. Un poder sirvió para hacer de oro a un pillo, pero también para crearle a Oswaldo un problema de por vida. Se llevó el piso pero, sin saberlo, se metió en otra hipoteca, junto a 3 personas más. Y ojo, que el presunto beneficiado, que es Alfredo, está en la misma situación. La única diferencia es que éste lo supo. Pero se llevó un piso así que, ¿Qué más da?

Volvamos al 21 de octubre. El empleado del banco llamó a Oswaldo, y le dijo lo que había. Su pregunta fue clara. ¿Por qué no me has dicho que tenías otra hipoteca? Oswaldo no se lo podía creer. Él nunca había firmado nada. El empleado insistió. "Piensa Oswaldo, ¿Has firmado algo, creyendo que avalabas a alguien? ¡No! ¿Has hecho algún poder a otra persona? ¡No! ¿Seguro? ¡Seguro! ¡Sólo le hice un poder a mi hermano para un préstamo!" ¡Bingo! Ahí está. Un poder, y encima ilimitado. Lo que se podía hacer y deshacer con ese documento no se lo imaginaba nadie. Imagínense la cara de Oswaldo al enterarse. No se echó a llorar ante el empleado del banco por pura vergüenza. Llamó a su hermano para pedirle explicaciones. Éste lo confirmó todo. Le pidió disculpas, suponemos. ¿El Broker? Bien, gracias. Hace meses que no saben nada de él en la financiera. Diez como la de Oswaldo y ya hizo el año.

Ésta es sólo la punta del iceberg. Conductas como la que acabo de describirles han sido alarmantemente comunes en las operaciones hipotecarias. Y aunque les sorprenda, la que les he expuesto es anecdótica. Las hay peores. Hay gente que tiene un piso y ni lo sabe. Ya les contaré en la cuarta entrega. Dicen que el mercado inmobiliario ha sido inflado. ¿De qué nos extrañamos, si aquí se olió el dinero y nos volvimos todos locos? Hasta el sistema puso medios para la causa. Ahora nos quejamos. Ahora nos preocupamos. Money..





lunes, 24 de diciembre de 2007

FELIZ NAVIDAD

En una época en la que las flechas saben a mazapán, y el escudo huele a cera de velas rojas, recibid un afectuoso saludo de Arquero Urbano.

Felices Fiestas a todos.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Econópolis (parte II)

La bonanza de los tipos de interés trajo consigo, como ya comentamos en el primer episodio de Econópolis, un aumento casi disparatado de las solicitudes de préstamos. Este entorno, aparentemente eufórico, sirvió como caldo de cultivo para lo que, poco tiempo después, derivó en una tensión financiera casi insoportable para muchas familias. Subieron los tipos, subieron las hipotecas, y subieron los quebraderos de cabeza. Ante una situación tan deliciosamente catrastrofista como ésta, el mercado trajo al mesías. ¿Cuánto paga cada mes? ¿Quiere pagar menos? ¿Quiere pagar sólo una cuota? Llegaron las financieras. Credital. Credicual. Crediaquello. Era el año I de la Era de la Refinanciación.

El Préstamo que servía para pagar préstamos

El truco que usaron las financieras para captar clientes fue venderse por cuota a pagar. Si a alguien desesperado por salir de una situación alarmante se le dice que va a pagar SÓLO "X" dinero al mes por solventar (a cortísimo plazo) sus problemas, es más que probable que ni se fije en el interés que se le cobra, ni en el tiempo que va a estar pagando, ni en mil detalles "sin importancia". Le doy 3000 €, a cambio de que me devuelva 100 por mes. ¿Le va bien? ¿Se lo tramito? Luego le explico el resto. El olor de la sangre despierta al buitre. Pronto se inició una doble estrategia. Dividámosla en dos ramas,

A - Préstamo Express.

El grado del apuro condiciona la conducta humana. Ello explica que los créditos rápidos hayan tenido tanta efectividad. Estos préstamos van dirigidos a aquellos que se confiesan ahogados por las deudas (o colgados, por usar un término new age), y ven con buen ojos un recurso que les proporciona una cantidad de dinero (3.000 €, 6.000 €..), en un corto espacio de tiempo(¿Les suena lo de "Aceptamos su solicitud en 24 horas"?), y con una "cómoda" cuota a pagar cada mes. Muchas veces, estos préstamos son usados para pagar deudas pendientes. Tiro del refrán "desvestir un santo para vestir a otro" para ilustrar la situación. Pagamos al que lleva 3 o 4 meses presionando para que cumplamos con lo firmado, y a cambio iniciamos una nueva deuda a la que ya haremos frente cuando podamos. Con otro préstamo, tal vez.

Deberían ser recursos puntuales, pero desgraciadamente no es así. La parte oscura de estos préstamos viene cuando examinamos las condiciones. ¿Ponemos un ejemplo?

Pongamos que alguien necesita 6.000 € de manera urgente. Mientras el tipo de interés, en un préstamo personal, oscila entre un 8 y un 9% de interés, el de un préstamo express va del 16 al 22%. ¿Que implica esto? Entre otras cosas, que, asumiendo una cuota de 150 € mensuales, tardaríamos 4 años en pagar un préstamo, pero este plazo se alargaría hasta los 6, si recurrimos a la gama express. A la larga, tenemos una deuda que nos sale el doble de cara. El Mesías se vuelve verdugo.

Ustedes se preguntarán cómo pueden las financieras asumir tanto riesgo. La respuesta es simple. Se manejan informes en los que se ve que la rentabilidad obtenida por estas operaciones suele compensar, con creces, el volumen de morosidad que pueden acarrear. Hay un porcentaje de impagados, claro está, pero se diluye al observar el maná de dinero que dejan en las arcas de las financieras. Millones de euros prestados al 22% de interés. Calculen. Si el 5% no paga, casi que me da igual. Sigo haciéndome de oro.


B - Refinanciación

Quienes compraron un piso hace 4 años, como nuestros amigos Silvia y Carlos, encontraron un magnífico recurso a la hora de afrontar la situación expuesta en el primer capítulo de Econópolis. Aquellos que se endeudaron en varios frentes, y se juntaron con hipoteca, tarjetas y préstamos varios, acusaron la subida de tipos con gran intensidad. Con la desesperación creciendo en el país, el Mesías volvió a llamar a la puerta. Usó acento argentino, para resultar más convincente. Apuntó con bala. Lean.

>¿Está agobiado porque no puede llegar a fin de mes?
>Sí, la verdad. Vi su anuncio, y no dudé en llamar.
>Bien, dígame, ¿Podría especificarme cuanto paga cada mes en concepto de préstamos?
>Sí, como no. Pago 900 de la hipoteca, 200 del préstamo personal, 150 de una tarjeta, 60 de la otra..

Tras alguna pregunta destinada a conocer la situación del cliente, sigue la conversación.

>¿Que le parecería unificar sus deudas y pagar sólo 800 € por todo?
>¿Dónde hay que firmar?
>Bienvenido a Crediguay

Carlos y Silvia acudieron a una financiera. ¿Cómo pudo la financiera arreglar el problema con tanta facilidad? El truco resultó (y aún resulta) muy sencillo de entender. Las financieras se aseguraron, ante todo, que los clientes estuvieran hipotecados. Teniendo en cuenta que habían pasado 4 años desde que compraron el piso, la operación se presentaba magnífica. ¿Planteamiento?

1 - Volvemos a tasar el piso que compraron hace 4 años. A un ritmo de crecimiento de precios de un 10% anual (siendo cautos), el piso habría pasado de los 180.000 € que valía, a valer 240.000 €. (No exagero; esto ha pasado en las grandes ciudades) ¿Dónde está la buena noticia? Tenemos un activo que ha subido 60.000 € de valor. Si hay bancos que conceden hasta el 100% de la tasación, nos podemos endeudar hasta un límite superior al de hace 4 añs, y cancelar todas las deudas que tengamos hasta ese momento. Ya que mi piso se ha encarecido, que me saque de este apuro.

2 - Con la tasación en la mano, la financiera busca un banco donde alarguen al máximo el plazo de la hipoteca y, a poder ser, que tenga unas condiciones de salida que sean atractivas para el cliente. El objetivo es venderle a Silvia y Carlos que van a pagar MUCHO MENOS de lo que pagan ahora. Los matices (comisiones abusivas, tipo de interés poco competitivo a largo plazo, aumento de la deuda..) nos los saltamos. El que pasa de pagar 1500 € al mes a pagar 800 o 900, firma lo que sea.

3 - Con la hipoteca concedida, liquidamos los préstamos de menor importe, y nos quedamos con una única cuota al mes. A 35/40 años, pero una cuota al fin y al cabo El desahogo es un hecho. El comercial le da la mano a los clientes, recibe mil agradecimientos, se lleva su comisión y se despide con un enigmático "Si dentro de poco, necesitais otro crédito, ya sabéis donde encontrarme"

Silvia y Carlos se han quedado conque van a pagar mucho menos dinero al mes. Han encontrado una solución casi milagrosa a sus problemas, pero no se han molestado en preguntarse los contras de la operación:

Han alargado deudas que debían liquidar en 5 años a 35 o 40. Ello supone, de entrada, pagar más intereses que antes. Además, al usar la hipoteca como paraguas para el resto de préstamos, no hacemos otra cosa que alargar el plazo de los mismos hasta encontrarnos situaciones realmente surrealistas. Imagínense pagando una televisión en 40 años. ¿Cuánto dura una televisión? ¿Y un coche? ¿Cuanto tiempo vamos a estar pagando?

El problema principal es el que no se vé, pero que volverá a surgir tarde o temprano. El cliente sigue sin estar educado. Sigue sin ahorrar. Sigue manejando su economía entre el consumo y el endeudamiento. Los 800 € mensuales no durarán toda la vida. Serán revisados al alza a la primera revisión de intereses. Ahí empezará a temblar el chollo. A ello se añadirán nuevas necesidades de consumo que les harán pedir más préstamos. ¿Situación final, dentro de unos años? La actual, solo que uno de los múltiples préstamos albergará 4 o 5 bajo su inmensa capa.

Moraleja :

Hay una doble lectura ante la actuación de las financieras. Está claro que dieron una solución al mercado, y arreglaron (a corto plazo) muchos problemas de liquidez y endeudamiento. El problema viene al plantear el problema a largo plazo. Han alargado deudas; no las han liquidado. Ello implica que el cliente agota parte de un recurso (el incremento de valor de su vivienda), refinancia su deuda sin pensar realmente lo que está haciendo, y recupera un margen de maniobra que, por desgracia, le llevará a olvidar su ajustada economía y a volver a endeudarse.

Les agradezco que hayan llegado hasta aquí. ¿Cómo se sienten en Econópolis? En el próximo episodio, habrá más.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Alicia en el Pais de los Horrores


Es difícil recomendarle a alguien que emule a la Alicia de Lewis Carroll, cruce al otro lado del espejo y se sumerja en las perturbadoras aguas de Tideland. Podría ser sutil, y disfrazarles la realidad, o hacer como Terry Gilliam, y abrir mi intervención contándoles desde el principio lo que van a ver.

Uno de los primeros planos de Tideland muestra a la pequeña Jeliza-Rose preparando un chute de heroína para su padre. Lo hace con cariño, con mimo, pensando que está ayudando a papá, dándole su medicina. Esta escena, aparentemente inaceptable, sirve para entender que Tideland es, por encima de todo, el enfrentamiento de una niña con el siniestro mundo que la rodea. Más que apartar la vista (reacción común ante un espectáculo incómodo y exigente), el espectador tiene la opción de realizar un ejercicio de empatía, viajar al pasado, y mirar a la realidad a través de los ojos de una niña de 9 años. Si aceptan ver Tideland, pregúntense qué habría sido de ustedes de quedarse solos en el mundo sin entender la muerte y la maldad, y con su inocencia e imaginación como únicas armas para sobrevivir.

Gilliam, uno de los grandes maestros vivos a la hora de tantear los prejuicios y límites del espectador, vuelve a plasmar en pantalla un imaginario lleno de metáforas y simbolismos. Cada plano es, por encima de lo estético (aunque Tideland sea una película tan siniestra como hermosa) y lo evidente, una oportunidad para mirar más allá y encontrarse con un manual de riqueza, dobles lecturas y magnetismo. Tideland está llena de situaciones extremas, que rayan peligrosamente la pedofilia, la necrofilia y el exhibicionismo, pero que, una vez pasado el susto inicial, se revelan como algunas de las más sensacionales escenas que servidor haya visto en los últimos años.

Tideland es hogar para la convivencia de los extravagantes personajes de este perturbador cuento para adultos. Ni Dell, la macabra bruja que sobrevive a sus penas disecando a sus seres más queridos, hasta Dickens, un retrasado mental al que da vida un inspiradísimo Brendan Fletcher, pasarían un casting para engranar una película de Walt Disney. Todos son víctimas de sí mismos y de la soledad que les rodea, y aparecen en la vida de Jeliza para acompañarla en la gran aventura de enfrentarse sola al mundo siendo niña. El camino que va desde el desconcierto inicial hasta la compasión y la ternura. Pese a su innegable genio, estoy seguro que el fenomenal director reconocería que poco podría haberse hecho sin la magnífica composición de un magnífico reparto, liderado por una Jodele Ferland que, con escasos 9 años, completa una brillantísima interpretación, llena de matices, compromiso y muchísimo talento.

Si algo hay que agradecerle a Gilliam es su sinceridad. No camufla la crudeza de su obra, pero la llena de detalles para aquellos que los quieran ver. Si tildé de soso su acercamiento al mundo de los hermanos Grimm, no puedo más que definir como magistral esta pequeña maravilla llamada Tideland. Película para aquellos que, como Jeliza-Rose, se sintieron solos algún día, y taparon las grietas de la realidad bajo kilos y kilos de maquillaje.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Econópolis (parte I)

Me presento. Soy Ángel y, por un error del destino, acabé trabajando en una Caja de Ahorros. Ello me ha convertido en el enésimo ciudadano harto de su trabajo, pero también en un espectador de lujo ante lo que podría definirse, si me lo permiten, como el "Ascenso y caída del ciudadano de a pie". Algo ha pasado en el bolsillo de la gente en los últimos años. Yo lo he vivido de cerca, y quiero compartirlo con ustedes. Abróchense el cinturón. Acompáñenme en este viaje. Sean bienvenidos a Econópolis.

La Paradoja del Nuevo Rico

El ciudadano, habitualmente, es inculto e inexperto en temas bancarios. Cuando consulta condiciones para un préstamo, suele prescindir de los cientos de datos que los individuos como yo pretendemos explicar, y se quedan con el importe a pagar cada mes. Si nos fijamos en los tipos de interés, observamos que su evolución, desde el año 2003, ha sido ascendente, hasta el punto en que cerraremos el año 2007 con una tasa que duplica la de hace cuatro años. Esto son números y datos inútiles. Trasladado a la realidad, esto implica que una hipoteca de 240.000 € a 35 años cuesta, mensualmente, 400 € más al bolsillo del pobre prestatario.

Hace cuatro años, comprarse un coche, financiar una televisión, o adquirir un piso era, en términos bancarios, barato. Mis padres se hipotecaron hace más de 20 años, y los intereses superaban el 15%. Con esto pretendo decirles que, pese a la subida, los tipos de interés siguen siendo bajos. El problema principal ha sido la subida de precios. Ya la comentaremos en otras entregas, pero comprarse pisos de 300.000 € ganando 1000 o 2000 al mes ha sido, es y será una aventura muy arriesgada. Podríamos decir que el mercado, al abrirse y aprovechar los bajos tipos de interés, generó una demanda brutal en términos de vivienda (y, por ende, de hipotecas), lo que fue aprovechado por promotores y bancos para crear una burbuja que ha acabado con el ciudadano hipotecándose (sin saberlo) por encima de sus posibilidades. ¿Por qué por encima de sus posibilidades?

Cojamos un ejemplo:

Carlos y Silvia se compraron un piso hace 4 años. Les costó 180.000 €. Fueron al banco a pedir condiciones para su hipoteca. Eran jóvenes, poco ahorradores, y no aportaron nada. Pidieron 198.000 € (precio de compra más gastos), y les hicieron una hipoteca a 30 años.

Les salió una cuota a pagar, durante los 6 primeros meses, de 800 €. Dado que entre los dos ganaban unos 2500 € al mes, sus caras al salir del banco fueron de felicidad. ¡Cariño, si hasta podremos pedir otro préstamo para comprar muebles, e irnos a vivir cuanto antes al piso! ¡Incluso no hace falta que vendas el coche que te acabas de comprar! Sólo te quedan 6 años por pagarlo. Total, por 210 € más al mes.. Podemos hacerlo.

Bien, como ejercicio, les diré lo que pagan ahora. Pongamos que han amortizado, siendo generosos, unos 10.000 € de capital durante estos años. Les quedan 26 años para pagar su hipoteca. Un simulador estándar me dice que ahora pagan 1160 €. Sumamos los 210 € del coche, que aún tienen pendiente de pago. Seamos generosos, y pensemos que "ya" cobran 3000 € al mes. [ya hablaremos de los salarios, no teman] Voy a asumir (por experiencia) que no han querido/podido ahorrar nada durante estos años. ¿Saben qué? Casi la mitad del sueldo se les va en cuotas de préstamos. Y esto, olvidándome de tarjetas de crédito (hay que mantener el nivel de vida al que tan acostumbrados estamos) y demás gastos. No les aburro más con cifras. ¿Saben cual es la conclusión? Que empiezan los números rojos, y las dificultades para llegar a fin de mes.

Intentaré explicar qué es lo que ha ocurrido con Carlos y Silvia. Hay dos aspectos : Uno ante el que no pueden hacer nada (la hipoteca ha subido), y otro que podían haber evitado (previsión) En su momento, el banco les hizo una hipoteca que podían pagar. Como, en aquel momento, el entorno era favorable, y no había motivos (o sí los había, pero no se les dijo) para pensar que iba a cambiar en pocos años, ellos aceptaron las condiciones, se compraron el piso, se despreocuparon de un posible cambio y, a la hora de echar cuentas, sólo tuvieron en cuenta cómo estaban en aquel momento. Ahora la situación ha cambiado, algo que, obviamente, no es culpa suya, pero se ha visto agravada por el siguiente hecho : no han sabido prescindir de su nivel de vida y ajustarse el cinturón ante la posible llegada de tiempos peores.

Hablé de la paradoja del nuevo rico, y la definiré lo mejor posible. El ciudadano mide su riqueza por su capacidad de gasto, olvidando el ahorro. Si puedo gastarme cada mes X dinero, me sentiré rico, aunque en el banco no tenga un euro. Muchos ciudadanos viven lastrados por la incapacidad de ser ahorrativos y prudentes a la hora de gastar. Yo he visto a mucha gente despreciando verbalmente el ahorro, y diciendo que "El dinero está para gastarlo" o "Yo prefiero quemar mi sueldo que guardarlo para mañana" Respetable, pero sean igual de viriles a la hora de atenerse a las consecuencias. ¿Qué ocurre? Llega una subida de intereses y, por ende, de la hipoteca y, como ya no podemos gastar tanto como antes, nos sentimos mucho más pobres. ¿Saben la paradoja? En muchos casos, el dinero que tenemos ahorrado es el mismo de hace 4 años. Lo malo es que ya no podemos irnos a cenar fuera cada fin de semana. Ni comprarnos el último modelito de Zara.

Aclaro que el ejemplo de Carlos y Silvia es muy prudente. La efervescencia de los tipos de interés empezó hace unos dos años y, en las grandes ciudades, ya había gente pagando 300.000 € por un piso. El Banco dio alternativas, de las que hablaremos en el próximo episodio, pero intenten proyectar los datos que les he dado en montes de 300.000 o 360.000 €. Imagínense. O no imaginen. Ya se lo digo yo. Más de 300 € de subida en un sólo año. Casi nada. Ya les contaré la forma de arreglarlo. Para algo trabajo donde trabajo.

Moraleja : Si se ven con fuerzas de entrar en una hipoteca, sepan que lo hacen para toda la vida. Les adelanto que el último episodio de Econópolis estará lleno de consejos para mis queridos conciudadanos. De momento, les aconsejo prudencia, apretarse el cinturón y ser conscientes de dónde se meten. Pueden salir adelante, pero háganlo con cabeza.

Esta es la primera parada en Econópolis. El viaje no ha hecho más que comenzar.

Un saludo.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Todo o Nada

Despego por un momento la vista del ordenador. Sobreviene a mi mente la imagen del currante que, sobre en mano, acude al bar a jugárse el sueldo a Todo o Nada. Su mirada es la mía, igual de perdida y expectante. Ambos pulsamos una tecla con esperanza. Hay dinero de por medio, y un virus avanzando sin cesar. Quiero ganar. Estoy en racha. Tengo una corazonada.

Todo empezó una tarde. En plena crisis de identidad y búsqueda de escapadas varias, me dio por visitar una página de apuestas. Dudé si registrarme o no. Dudé tanto que no lo hice. Volví un par de días después. El ingreso mínimo son 10 €. La apuesta mínima, 0,50. Poco dinero. "Como echar la quiniela", decía para mis adentros. El truco -pensaba- es mantener el control. Así que nada, empecé a apostar. La mecánica era sencilla. La página, sencillamente embaucadora. Todo a lo grande, veloz, con volumen y la sensación de ser muchos tras el monitor, cambiando el sentido de las apuestas sin detenerse. Con cierto autocontrol, ganar hasta parece sencillo. ¿Y saben qué? Que gané. Y gané bastante.

Recuerdo aquella semana. Realizaba apuestas sin parar. Parecía poseído por la Diosa Fortuna, pues cada euro que me jugaba significaba victoria. Fue tal la sensación y la racha, que me creí invencible. Superé los 300 € de ganancia. No podía creérmelo. "Debería dejar de trabajar y dedicarme a esto" -decía yo a mis amigos, supongo que bromeando-. Tuve un ataque de sensatez, y me guardé 200. Seguí jugando, a sumar otros 300. Era imposible que no me tocaran. La pregunta era cuándo los tendría. Yo no veía apuestas, sino victorias. La posibilidad de perder, en mi caso, era inexistente.

Un día dejé de ganar. Los euros jugados ya no significaban victoria segura. Las derrotas me eran indiferentes. Si perdía una apuesta, entraba otra vez con ánimo de venganza. "Ahora me juego el doble y recupero lo perdido." Siempre iba a las apuestas que me daban dinero. Fútbol, minuto 85. Apuesto a que no hay más goles. Minuto 91, y estalla un sonido diabólico desde la página. Acabo de perder 10, 20 o 30 euros. "Da igual. Era un dinero que no tenía. Puedo seguir arriesgando hasta el final" Y seguía. Y cuando dejaba de tener dinero, tiraba de tarjeta, y llenaba el depósito de nuevo. Lo que fuera con tal de seguir apostando, recuperar mi suerte y sentirme, de nuevo, invencible.

Un día, llevaba 100 € acumulados. Me dio por apostarlo todo a lo que, a priori, parecía sencillo. Sí, he dicho todo. Era un partido de tenis. Iban 6-2; 4-1. Entré para apostar que la jugadora que iba ganando ganaría el segundo set. Cerré la página. Algo que hacía para protegerme, como si el hecho de no ver me diera más posibilidades de ganar. "Si no miro, seguro que no lo gafo". Entré un cuarto de hora después, sin miedo. De pronto, noto una sacudida. Van 4-5. "No puede ser. Es imposible. ¡Si soy invencible!" Salí corriendo al comedor, eché a mi familia para ver el partido por televisión. 5-5. Me levanté, sudoroso. Me notaba nervioso, casi fuera de mí. Sufrí como pocas veces en mi vida. El partido llegó a la muerte súbita, con 6-6. Estuve a muy poco de perder los 100 €. Tan cerca estuve, que a veces cerraba los ojos para no mirar. Hacía fuerza con todo, evitando que una bola perdida se llevara mi dinero por delante. Finalmente, gané. Sentí alivio, pero no alegría. Sentí preocupación. Aún no era tarde. El fantasma de la ludopatía llamaba a la puerta para ponerme en mi sitio. "O te detienes ahora, o no habrá marcha atrás"

Esta es una historia que no debe continuar. Parte de ella es ficticia. Esa no me preocupa. La preocupante es la real. Aviso a navegantes. Ojo con las casas de apuestas. Siempre hay espacio para la derrota.

Ángel