domingo, 30 de diciembre de 2007

La dramática derrota del PVI

Corría el año 1993, y contaba yo con la tierna edad de 11 años. A una tal Isabel, tutora de la clase, se le ocurrió la brillante idea de teatralizar un proceso electoral, y convertir el colegio en algo así como un Estado Independiente en busca de presidente. Sexto de EGB debía presentar tres candidaturas para que los alumnos de séptimo y octavo adoptasen el rol de electorado y votasen. Por suerte o por desgracia, mis queridos compañeros quisieron que yo encabezara una de las listas.

Del proceso pre-electoral, surgieron tres partidos, que deberían disputarse la presidencia: El PPE (Partido Popular de los Estudiantes), el PPAM (Partido Popular de la Academia Mistral), y el PVI (Partido de las Vacaciones Indefinidas). Yo representaba a este último. La campaña se inició empapelando el colegio con fotos y slogans de los candidatos. Se luchaba por cada centímetro de pared con uñas y dientes. Una gran foto, o diez pequeñas. El impacto era esencial. Yo no recuerdo mi foto. Ni pretendo recordarla, si quieren que les sea sincero.

Como en todo proceso electoral que se precie, pronto se inició una brutal guerra subterránea por la caza de votos. El PVI jugó demasiado limpio. Los míos debieron advertir que en el PPE estaban los más pillos de la clase. Mientras nosotros trabajábamos el discurso, ofreciendo vacaciones indefinidas y remuneradas para estudiantes y profesores, el PPE se dedicaba a otros menesteres. Uno de sus componentes dedicó una tarde a regalar pulseras entre el potencial electorado. Todo, acompañado de un "Espero tu voto". 11 añitos, y ya con esas. Corrupción infantil. ¡Qué vergüenza!

Uno de los grandes momentos llegó con el discurso electoral. Nosotros lo llevábamos preparado. Era implacable, perfecto. "Si ganamos, sólo habrá vacaciones". Evitamos la guerra subterránea, y fuimos a lo directo. Al oído, al paladar, al corazón, si me apuran. Presentamos nuestra propuesta clase por clase, incidiendo en cada palabra, en cada matiz. Todo acompañado de un inigualable despliegue audivisual. Cartel de 3 metros de largo por 2 de alto, con el slogan "VOTA PVI. TU FUTURO". De fondo, sonando una canción maravillosa, cercana. "Si te quieres divertir, vota al PVI.." ¿Cómo íbamos a perder? Asistimos al discurso de los otros, y no había comparación. Las representantes del PPAM sufrían un ataque de risa en cada clase que pisaban. El PPE siguió haciendo regalos. Ambos carecían de discurso. Rellenaron sus intervenciones con fuegos artificiales, porque la guerra de la palabra la tenían más que perdida.

Sin lugar a dudas, el PVI era, por aclamación, el partido que más estaba haciendo por ganar. Se le veía serio, intenso y cautivador. No obstante, para ganar hacía falta algo más. Al acercarse la fecha de la votación, la corrupción fue en aumento. Confesaría haber cedido algún puesto en la cola para beber agua en la fuente a cambio de obtener votos, pero no lo haré. No sin pruebas. El PPE pasó a lo serio, subió un pistón y, la jornada anterior al Día D, se puso a regalar helados a la salida del colegio. Las 5 de la tarde. Los chavales salen encantados. A casa degustando un polo. Estos merecen el voto. Llegó el día, y triunfó el PPE. Carecían de discurso. Populismo barato. Atropello. Se confirmó el drama. Perdimos. Fuimos segundos. Fue injusto. La gente se dejó comprar y sobornar, y tiró a la basura el gozo de un ocio perpetuo. Un helado por unas vacaciones. Arrancamos los carteles de las paredes, en silencio. 2000 pesetas en dulces y habríamos ganado las elecciones. ¡Maldita sea!

Moraleja : Si quieren presentarse a unas elecciones, olvídense de lo que es mejor para el pueblo. Sobornen, y ganarán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos recuerdos me trae también a mi la Academia Mistral.
Aunque en una época anterior, donde las fotos de Franco y Primo de Rivera presidian las clases sobre la pizarra a ambos lados de la Cruz con Jesús; con estas lo de los partidos políticos resultaba imposible simplemente ni plantearselo.

Buena idea tuvo la Sra.Isabel.