domingo, 16 de diciembre de 2007

Econópolis (parte II)

La bonanza de los tipos de interés trajo consigo, como ya comentamos en el primer episodio de Econópolis, un aumento casi disparatado de las solicitudes de préstamos. Este entorno, aparentemente eufórico, sirvió como caldo de cultivo para lo que, poco tiempo después, derivó en una tensión financiera casi insoportable para muchas familias. Subieron los tipos, subieron las hipotecas, y subieron los quebraderos de cabeza. Ante una situación tan deliciosamente catrastrofista como ésta, el mercado trajo al mesías. ¿Cuánto paga cada mes? ¿Quiere pagar menos? ¿Quiere pagar sólo una cuota? Llegaron las financieras. Credital. Credicual. Crediaquello. Era el año I de la Era de la Refinanciación.

El Préstamo que servía para pagar préstamos

El truco que usaron las financieras para captar clientes fue venderse por cuota a pagar. Si a alguien desesperado por salir de una situación alarmante se le dice que va a pagar SÓLO "X" dinero al mes por solventar (a cortísimo plazo) sus problemas, es más que probable que ni se fije en el interés que se le cobra, ni en el tiempo que va a estar pagando, ni en mil detalles "sin importancia". Le doy 3000 €, a cambio de que me devuelva 100 por mes. ¿Le va bien? ¿Se lo tramito? Luego le explico el resto. El olor de la sangre despierta al buitre. Pronto se inició una doble estrategia. Dividámosla en dos ramas,

A - Préstamo Express.

El grado del apuro condiciona la conducta humana. Ello explica que los créditos rápidos hayan tenido tanta efectividad. Estos préstamos van dirigidos a aquellos que se confiesan ahogados por las deudas (o colgados, por usar un término new age), y ven con buen ojos un recurso que les proporciona una cantidad de dinero (3.000 €, 6.000 €..), en un corto espacio de tiempo(¿Les suena lo de "Aceptamos su solicitud en 24 horas"?), y con una "cómoda" cuota a pagar cada mes. Muchas veces, estos préstamos son usados para pagar deudas pendientes. Tiro del refrán "desvestir un santo para vestir a otro" para ilustrar la situación. Pagamos al que lleva 3 o 4 meses presionando para que cumplamos con lo firmado, y a cambio iniciamos una nueva deuda a la que ya haremos frente cuando podamos. Con otro préstamo, tal vez.

Deberían ser recursos puntuales, pero desgraciadamente no es así. La parte oscura de estos préstamos viene cuando examinamos las condiciones. ¿Ponemos un ejemplo?

Pongamos que alguien necesita 6.000 € de manera urgente. Mientras el tipo de interés, en un préstamo personal, oscila entre un 8 y un 9% de interés, el de un préstamo express va del 16 al 22%. ¿Que implica esto? Entre otras cosas, que, asumiendo una cuota de 150 € mensuales, tardaríamos 4 años en pagar un préstamo, pero este plazo se alargaría hasta los 6, si recurrimos a la gama express. A la larga, tenemos una deuda que nos sale el doble de cara. El Mesías se vuelve verdugo.

Ustedes se preguntarán cómo pueden las financieras asumir tanto riesgo. La respuesta es simple. Se manejan informes en los que se ve que la rentabilidad obtenida por estas operaciones suele compensar, con creces, el volumen de morosidad que pueden acarrear. Hay un porcentaje de impagados, claro está, pero se diluye al observar el maná de dinero que dejan en las arcas de las financieras. Millones de euros prestados al 22% de interés. Calculen. Si el 5% no paga, casi que me da igual. Sigo haciéndome de oro.


B - Refinanciación

Quienes compraron un piso hace 4 años, como nuestros amigos Silvia y Carlos, encontraron un magnífico recurso a la hora de afrontar la situación expuesta en el primer capítulo de Econópolis. Aquellos que se endeudaron en varios frentes, y se juntaron con hipoteca, tarjetas y préstamos varios, acusaron la subida de tipos con gran intensidad. Con la desesperación creciendo en el país, el Mesías volvió a llamar a la puerta. Usó acento argentino, para resultar más convincente. Apuntó con bala. Lean.

>¿Está agobiado porque no puede llegar a fin de mes?
>Sí, la verdad. Vi su anuncio, y no dudé en llamar.
>Bien, dígame, ¿Podría especificarme cuanto paga cada mes en concepto de préstamos?
>Sí, como no. Pago 900 de la hipoteca, 200 del préstamo personal, 150 de una tarjeta, 60 de la otra..

Tras alguna pregunta destinada a conocer la situación del cliente, sigue la conversación.

>¿Que le parecería unificar sus deudas y pagar sólo 800 € por todo?
>¿Dónde hay que firmar?
>Bienvenido a Crediguay

Carlos y Silvia acudieron a una financiera. ¿Cómo pudo la financiera arreglar el problema con tanta facilidad? El truco resultó (y aún resulta) muy sencillo de entender. Las financieras se aseguraron, ante todo, que los clientes estuvieran hipotecados. Teniendo en cuenta que habían pasado 4 años desde que compraron el piso, la operación se presentaba magnífica. ¿Planteamiento?

1 - Volvemos a tasar el piso que compraron hace 4 años. A un ritmo de crecimiento de precios de un 10% anual (siendo cautos), el piso habría pasado de los 180.000 € que valía, a valer 240.000 €. (No exagero; esto ha pasado en las grandes ciudades) ¿Dónde está la buena noticia? Tenemos un activo que ha subido 60.000 € de valor. Si hay bancos que conceden hasta el 100% de la tasación, nos podemos endeudar hasta un límite superior al de hace 4 añs, y cancelar todas las deudas que tengamos hasta ese momento. Ya que mi piso se ha encarecido, que me saque de este apuro.

2 - Con la tasación en la mano, la financiera busca un banco donde alarguen al máximo el plazo de la hipoteca y, a poder ser, que tenga unas condiciones de salida que sean atractivas para el cliente. El objetivo es venderle a Silvia y Carlos que van a pagar MUCHO MENOS de lo que pagan ahora. Los matices (comisiones abusivas, tipo de interés poco competitivo a largo plazo, aumento de la deuda..) nos los saltamos. El que pasa de pagar 1500 € al mes a pagar 800 o 900, firma lo que sea.

3 - Con la hipoteca concedida, liquidamos los préstamos de menor importe, y nos quedamos con una única cuota al mes. A 35/40 años, pero una cuota al fin y al cabo El desahogo es un hecho. El comercial le da la mano a los clientes, recibe mil agradecimientos, se lleva su comisión y se despide con un enigmático "Si dentro de poco, necesitais otro crédito, ya sabéis donde encontrarme"

Silvia y Carlos se han quedado conque van a pagar mucho menos dinero al mes. Han encontrado una solución casi milagrosa a sus problemas, pero no se han molestado en preguntarse los contras de la operación:

Han alargado deudas que debían liquidar en 5 años a 35 o 40. Ello supone, de entrada, pagar más intereses que antes. Además, al usar la hipoteca como paraguas para el resto de préstamos, no hacemos otra cosa que alargar el plazo de los mismos hasta encontrarnos situaciones realmente surrealistas. Imagínense pagando una televisión en 40 años. ¿Cuánto dura una televisión? ¿Y un coche? ¿Cuanto tiempo vamos a estar pagando?

El problema principal es el que no se vé, pero que volverá a surgir tarde o temprano. El cliente sigue sin estar educado. Sigue sin ahorrar. Sigue manejando su economía entre el consumo y el endeudamiento. Los 800 € mensuales no durarán toda la vida. Serán revisados al alza a la primera revisión de intereses. Ahí empezará a temblar el chollo. A ello se añadirán nuevas necesidades de consumo que les harán pedir más préstamos. ¿Situación final, dentro de unos años? La actual, solo que uno de los múltiples préstamos albergará 4 o 5 bajo su inmensa capa.

Moraleja :

Hay una doble lectura ante la actuación de las financieras. Está claro que dieron una solución al mercado, y arreglaron (a corto plazo) muchos problemas de liquidez y endeudamiento. El problema viene al plantear el problema a largo plazo. Han alargado deudas; no las han liquidado. Ello implica que el cliente agota parte de un recurso (el incremento de valor de su vivienda), refinancia su deuda sin pensar realmente lo que está haciendo, y recupera un margen de maniobra que, por desgracia, le llevará a olvidar su ajustada economía y a volver a endeudarse.

Les agradezco que hayan llegado hasta aquí. ¿Cómo se sienten en Econópolis? En el próximo episodio, habrá más.

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