Volver del Sur me ha hecho entender que un viaje no es una obra dividida en ida, estancia y regreso. Un viaje es un horizonte que se va definiendo al avanzar. Andalucía fue el blanco lienzo donde tracé mi propio retrato; donde supe que mi destino no era el suelo en que aterricé. Allí, cegado por el Sol, solitario en compañía, y acompañado en soledad, inventé una estrofa sin rima ni armonía, donde se dice, a fin de cuentas, que los viajes, viajes son.
Donde creí caminar por avenidas y jardines,
resonaron los pasos de mis anhelos.
Donde creí ver Alcázares y Catedrales,
capté el destello de mi pasado.
Donde creí sumergirme en agua salada,
penetré en mi propia oscuridad.
Donde viajé, a fin de cuentas, es algo que sólo yo sé.
¿Firmar el poema? No tengo tinta. ¿Gritarlo? No tengo voz. Echen su mirada arriba, y si algo brilla, digánmelo.
1 comentario:
Así debía ser.
Brillas tú.
Gracias.
Se te echó de menos.
Solitaria.
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