jueves, 21 de agosto de 2008

Los medios y el accidente de Barajas.

La ceniza del terrible accidente de Barajas está llena de manchas que no acierto a comprender. No sé ustedes, pero yo ya no quiero ver más imágenes de gente llorando. Quiero que se les respete, y se garantice su derecho a la intimidad y al duelo. Quiero que me informen sobre lo que ha pasado, y que se trate este tema como un accidente, y no como un desfile de almas rotas, ante el que sólo falta aplaudir. Jamás el dolor de una persona debe ser noticia. Todos tenemos derecho a que se nos respete en un momento así. Me encuentro con familias rotas, un país conmocionado, debate ante las causas y, una vez más, la triste y vergonzosa actuación de la mayoría de medios de comunicación. Esto último es mísero y secundario, pero es tal la bajeza y la falta de ética que no puedo menos que usar estas líneas para denunciar lo que todos vemos.

No es mi intención demonizar a nadie, pero confieso que sería incapaz de pelear un puesto en un corrillo para captar las palabras del familiar de una víctima; ni tampoco de acribillar a preguntas a otro familiar, ante una cámara que, indiferente, no se mueve y parece buscar el llanto del entrevistado. ¿Su trabajo? No me jodan, con perdón. Tampoco sería capaz de realizar, el día siguiente del accidente, el trayecto que debería haber completado el avión con la simple misión de rellenar programa. Y mucho menos con el morboso mensaje de "vamos a viajar en el avión de la muerte". Apasionante también el cuestionario a quienes han cubierto el viaje. "¿Fue todo bien?", "¿Está seguro de realizar este viaje?" Decía mi amigo Luis que tienen material para un tiempo. No le quito razón. La guerra de audiencias llegará a estos límites.

Los medios de comunicación siguen perdiendo muchas oportunidades. Rigor, ética, respeto, seriedad, austeridad. ¿Qué carajo es eso, pensarán? Simple y llanamente, hay que buscar la noticia. Hay que rascar para obtener la exclusiva imagen del accidente. En directo, si puede ser. Y con gritos, mejor. Y con lo que sea. Y la lista de víctimas, y sus vidas, y la reacción de la familia. ¿Homenaje? No me jodan, de nuevo. Ni llorar en silencio podrá esta gente. Ni intimidad tendrán. Todo es noticia. Los supervivientes son objeto de noticia. Los muertos, ni les cuento. De Spanair, ya hablaremos.

No sirve de nada porque no lo leerán, pero reflexionen. Reflexionen sobre la manera de realizar un trabajo que está demasiado lejos de la información, de la distancia necesaria, del respeto y de muchos valores que, por desgracia, se van perdiendo por las alcantarillas que separan los límites del bien y del mal. ¿Hasta dónde es ético cubrir una desgracia? Piénsenlo.

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