miércoles, 27 de agosto de 2008

Sonrisa Helada

Era un vagón de metro. De las cuatro sillas, dos ocupadas y dos vacías. Ella estaba enfrente mío, apoyada contra un cristal que no dejaba ver paisaje. Fuera era oscuridad y transición invisible. Miré hacia fuera y vi su cara reflejada. Sonreía. Sonreía sin motivo. Al principio, una sonrisa disimulada. Tal vez un recuerdo rescatado. Transcurrían los segundos, y la comisura de sus labios iba cediendo. Surgieron sus dientes, enfatizando una sonrisa helada e imborrable. Debieron pasar dos minutos. Tres, tal vez. La sonrisa no desapareció. Era extraña. Habría jurado ver locura en ella. Me fui, pero seguí allí dentro. Caminé sin mirar atrás. Tal vez perseguido.

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