
Pasó el tiempo. El olvido me hizo sentir su compañía hasta traicionarme. El reloj seguía allí, olvidado en un rincón. Un día, me acerqué movido por mil locuras y ninguna razón. No sé si tropecé con él o lo busqué. Sé que volví a cogerlo, suspirando por un palpitar. Inconsciente, me dejé vencer. Entregué mi vida, el paraíso y la eternidad. No volví a ver el reloj, pues ya era parte de él. Me convertí en arena arrasada por el viento. La cuenta atrás había empezado para no acabar jamás.
Hoy, mi arena reposa tranquila, sepultando lágrimas, recuerdos, y esperanzas. Me pregunto si hay tiempo para una nueva cuenta atrás, pero que sea la última, por piedad.
1 comentario:
Muy bonito y algo angustiante a la vez, dejando por último recorriendo un escalofrio.
Solitaria
Publicar un comentario