domingo, 25 de noviembre de 2007

Aburrimiento Digital

Si por algo debería haber pasado a la historia Robert Zemeckis, es por su indudable buena mano con el cine de entretenimiento. Su paso por el Hollywood de los 80 dejó para el recuerdo la inolvidable trilogía de Regreso al Futuro, pero también un híbrido entre el cine de animación y el real, que ustedes recordarán, y que llevaba por nombre ¿Quién engañó a Roger Rabbit?. Lejos de la anécdota, la exploración que el director de Chicago llevó a cabo de las posibilidades visuales del cine podría ubicar, históricamente, a esa película en los albores de un Zemeckis investigador, científico e, incluso, reinventor de la concepción visual del cine contemporáneo. Decimos todo esto para preparar al lector de este blog ante lo que puede encontrarse al ir a ver Beowulf.

El problema de iniciar un camino nuevo es el de encontrar cierto equilibrio al recorrerlo. Beowulf ha sido planteada como una oda a la digitalización del cine, para la que se ha apostado con muchísima valentía por un lavado de cara al cine convencional. Hasta los actores, si es que podemos llamarlo así, son réplicas digitales de rostros tan conocidos como el de Anthony Hopkins o Angelina Jolie. Zemeckis ha planteado una evolución de lo que ya mostró en la desangelada Polar Express, pero el resultado, como comentaremos a continuación, parece más cercano a la repetición de errores pasados que a un inspirado ejercicio de innovación.

El cine digital plantea ciertos problemas que Beowulf no soluciona. El primero, y más serio, es el de la nula emotividad de la actuación. Las réplicas renderizadas de los actores no son actores, por mucha fidelidad física que exista con el modelo original. ¿Problema? Son incapaces de transmitir emoción alguna, con lo que ello supone para una película. ¿Resultado? Casi dos horas de apabullamiento visual, en las que, por desgracia, el sopor sustituye, salvo en contados momentos, el maravilloso ritmo del Zemeckis de los 80. A ello hay que sumarle que el director lo ha jugado todo a la carta de la innovación visual, cuidando poco el guión (uno no sabe si la escasa gracia de la película se debe a él o a la incapacidad de los actores digitales para defenderlo), y construyendo una aventura ciertamente plana, en la que la esencia del poema épico en el que se basa se diluye entre mares y mares de códigos informatizados.

Cabe decir en defensa de la película que fue planteada para ser vista en cines preparados para las películas en 3D. Es posible que, con unas gafas especiales, la experiencia tridimensional sea lo suficientemente estimulante como para corregir las carencias mencionadas pero, dado que quien escribe no tuvo eso en cuenta y vio la película en un cine convencional, se encontró con un Beowulf lleno de lagunas. El favor que Zemeckis ha podido hacerle al cine habrá que medirlo en el futuro pero está claro que, a día de hoy, los actores digitales no están aún preparados para coger el testigo de sus ancestros. A pesar de la apetecible réplica de Angelina Jolie. A Beowulf me remito.

2 comentarios:

Naib_Stilgar dijo...

Buf, yo de esta película paso mil pueblos, debe ser la primera vez en la que el juego tenga mejores gráficos que el film en el que se basa... es que diría incluso que aquella fallida "Final Fantasy" tenía mayor calidad gráfica que el bodrio éste...

En fin, un saludete!!

Por cierto, soy naib_stilgar :P

Linkk dijo...

Hola Naib!

Lo primero, muchísimas gracias por escribir. Siempre es alentador saber que alguien te lee.

Sobre Beowulf, yo te aconsejaría que tantees la posibilidad de verla en una sala con posibilidades de proyección 3D. Igual, con unas gafas especiales, la experiencia merece la pena realmente. Es la única posibilidad de que Beowulf tenga algún sentido como película. Como bien leí en una crítica hace poco, "¿no tiene más sentido invertir la técnica en la visualización de lo imposible que en la imitación de lo real?"

Saludos, Naib. :)