jueves, 1 de noviembre de 2007

Un Cuento para no Dormir


Antes de analizar una película como El Orfanato, de Juan Antonio Bayona, uno siente la tentación de ir más allá, y encarar un comentario más amplio sobre el actual momento del cine español. Es el nuestro un país donde el artista alternativo lo tiene crudo. El que recorre caminos arriesgados topa con estereotipos y tradiciones demasiado arraigadas, y sólo mentes inquietas o snobistas de acto y apariencia contemplan dichas opciones en su abanico. Ante tal escenario, jugar a carta ganadora en el momento de la promoción tiene fácil solución : O tiras de raíces, o tiras de efectismo. O de ambas cosas. Piensen en cómo se ha vendido El Orfanato; a lo grande, a lo americano, comenzando un proceso de venta tan impecable que incluso ha tenido en cuenta el momento del estreno: ha llegado en otoño, con la lluvia y las hojas secas, como buena fruta de temporada.

Al ver El Orfanato, cuesta no pensar en Los Otros, de Alejandro Amenábar. Al igual que aquella, esta historia de fantasmas ofrece un gran ejercicio artesanal, en el que se rinde un talentoso tributo al cine de género. Lejos de impartir lecciones o recorrer caminos espinosos, Bayona ha elegido una precisa estructura donde guión, dirección e interpretación se encuadran dentro de un marco tan definido como brillante. Podría verse conformismo en tal propuesta, pero hay que reconocer que la impecable presencia de El Orfanato hace difícil resitir al aplauso.

Una de las grandes noticias que deja El Orfanato es el pulso narrativo de Bayona; la otra, es la confirmación de Belén Rueda. El Orfanato es una película que marca los tiempos con gran precisión, dejándose saborear por el espectador como los grandes platos. El film es impecable y constante en el tratamiento del miedo, da chispazos tan inesperados como estimulantes [la escena del atropello, sin ir más lejos], y acaba coqueteando con el lirismo, tomando cuerpo de oscuro cuento de hadas en un previsible giro final. Todo ello, siguiendo las pautas de un matemático guión, en el que es difícil encontrar fallos. La película de Bayona cumple un objetivo tan difícil como el de ocupar sus dos horas de forma homogénea, sin dejar huecos, y sin bajar la intensidad y la tensión ni un solo momento. A ello contribuye la meritoria interpretación de una Belén Rueda que cada vez parece más cómoda en su registro como actriz. Le quedaba pasar un examen de saber llevar el peso de una película. Tras ver El Orfanato, podemos decir que ya lo ha pasado.

¿Es El Orfanato una buena noticia para el cine español? Sí, en cuanto a que presenta un considerable incremento del nivel medio visto en la cartelera, y en cuanto a que planta batalla al cine americano en su propio terreno. Es la demostración de que, con medios y talento, el cine comercial de género puede tener un buen tratamiento en este país. No sé si el tiempo abrirá vías de éxito a propuestas que, por desgracia, quedan en el olvido antes de ser presentadas, pero está claro que el que aquí escribe prefiere ir a ver El Orfanato antes que el trillado cine de Garci, o la enésima entrega del casposo Torrente.

Ángel.

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