miércoles, 12 de marzo de 2008

Body Pump, homicidio camuflado

No sé a cuantos de vosotros os sonará el término "Body Pump". Apunto mis flechas, ante todo, a aquellos que estén familiarizados con el mundo del deporte; con el del fitness en particular. Definida como una clase dirigida en la que se "potencia la pérdida de grasa, se incrementa la masa muscular, se mejora la resistencia y se trabaja el corazón de forma segura", puedo asegurar, una hora después de haber terminado una de esas INOFENSIVAS clases, que llevo una hora asesinado.

Sí, amigos. Body Pump es un homicidio camuflado, a la vista de todos, con luz, con sonido, con la euforia incontenible de un monitor entregado a la causa. Consiste en una hora de guerra sin cuartel, sin pausa, trabajando todos y cada uno de los músculos a ritmo de música cañera. Mi cuerpo, testigo de excepción de mi asesinato, se lo ha tomado en cuatro fases : ILUSIÓN (no sabía lo que le esperaba) , ARRANQUE DE TEMERIDAD (al empezar, ha creído que podía con todo y más), ESCEPTICISMO (¿llegaré al final?) y DESFALLECIMIENTO (sufro, luego existo). Vuelvo al monitor. No entiendo cómo era capaz de hacer los ejercicios que yo hacía, con más intensidad, más fuerza, más entrega y, para colmo, humillar al personal siendo capaz de articular, sin perder el aliento, constantes instrucciones y palabras de ánimo. ¿De dónde salía la voz? ¿Cómo podían los pulmones multiplicarse para resistir, respirar y hablar al mismo tiempo?

Miraba a mi izquierda y a mi derecha, y sólo veía sufrimiento. La sala ha sido testigo de un fusilamiento colectivo. Había quien lo llevaba mejor (lo que hace la dignidad) o quien, como yo, ha terminado sin disimulo, adoptando las más forzadas y esperpénticas posturas que podáis imaginar. Body Pump. Body Pum!

PD. Quien quiera ponerse en forma, que olvide mi texto, y considere ir a estas clases. Mucho me temo que diez sesiones de éstas pueden hacer milagros...

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