jueves, 29 de mayo de 2008

Amarillo

Amarillo era un camino pintado en medio de Barcelona. Unía verde y azul. No estaba el Hombre de Hojalata. Ni Dorothy ni Toto. Ni el blanco y negro. Ni el Arco Iris. Sólo gente andando al mismo paso, como hormigas en comitiva. Irían en busca del Mago de Oz.

Amarilla era la blusa. Y el escote. Y el capricho. Y el albor de unas mejillas ruborizándose. Era divertido mirarla. Forzaba la conversación, mientras frenaba el peligroso oscilar de sus senos con las manos. Voz titubeante y mirada segura. ¡A mis ojos vuestras miradas!

Y Amarillo era el fin de una estaca clavada en tierra mojada. Invisible para el pintor que captura paisajes. El patito feo de una arboleda. No hay rastro de miradas en la corteza. No la adornan ramas, ni follaje. Nadie mira más allá. Puede haber una fuerte raiz. Tal vez un futuro de verde y nidos de gorrión. Tal vez el duque del bosque gris. Y ya que hablo de gris, así era el cielo. Hay tanta sed en la tierra, que ya se secó la sequía.

No hay comentarios: