sábado, 10 de mayo de 2008

Llueve en Barcelona


Tras llover en Barcelona, huyó la ciudad. Y con ella, asfalto, calles y aceras. Barcelona es un mar lleno de almas a la deriva. Y de jolgorio. No hay agua para beber, y sí muchas charcas que llenar. No todo es vida. Han construído un cementerio de paraguas, abandonados a su suerte tras quebrarse, y ser incapaces de resguardar a su portador.

Llueve. Y Barcelona es desliz, y no paso. Es gota de agua, y no rayo de sol. Es caminar por dentro, y no por fuera. Es salpicar. Son dos botas y un chubasquero. Es mojarse. Es cobijo, y libertad. Es soltar la capucha y mirar al cielo y dejarse mojar. Es ir al mar embravecido y aguardar la calma. Dicen que mañana lloverá. Y que muchos más paraguas morirán.

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