jueves, 1 de mayo de 2008

Elección e Imposición


Dennis Lehane retrató, en Mystic River, muchas de las ambigüedades morales que bucean en el oceano en el que nada la sociedad americana. Bajo una historia marcada por el dolor y la pérdida, Lehane se atrevió a diseccionar el mal que nace en el bien aparente, en lo cotidiano; un mal que vive escondido, y parece incapaz de morir. Recurrimos a la justicia (propia o ajena) para combatirlo, pero el mal (y el bien) tiene poco o nada que ver con ella. La realidad es que el mal se esconde, usa a la propia justicia como disfraz, y acaba perpetuándose bajo el halo de ser inmortal. Es inolvidable recordar a Kevin Bacon, en la magnífica adaptación que Clint Eastwood hizo de la novela, apuntando con un dedo al rostro del vengador Sean Penn, mientras una caravana de felicidad invade la calle. Es inevitable pensar que un mal presuntamente curado dio lugar a un mal aún mayor.

Gone Baby Gone, también escrita por Lehane y llevada al cine por un sorprendente Ben Affleck, transcurre por senderos similares. Hay una idea que sobrevuela la historia, y es la marca que deja en las vidas la posibilidad de elegir. Inicia el relato una reflexión sobre aquellos aspectos de nuestra vida que no elegimos, tales como la ciudad en la que nacemos o la familia que tenemos, y lo finaliza una contundente imagen sobre las consecuencias de una elección. La novela habla de un secuestro, de una niña arrancada de los brazos de una madre irresponsable, de corrupción y elección. Sobretodo, habla de elección. Habla de la dificultad (casi imposibilidad) de adoptar una postura moral en determinados momentos. ¿Qué dirían si alguien secuestra a una niña bajo la motivación de ofrecerle un futuro mejor? ¿Siempre con su madre, o depende de la madre? ¿Respetamos normas sagradas, o las asaltamos? ¿Y qué hay del que lucha por esas normas? ¿Y qué hay del que las mancilla?

Ben Affleck, como director, ofrece un distanciamiento moral que se me antoja imprescindible para contar esta historia, y sale muy bien parado de su primera aventura tras las cámaras. A ello ayuda la interpretación de su hermano, un confuso y genial Casey Affleck, que, adoptando el rol del detective que investiga la desaparición de la pequeña Amanda, marca a fuego en cada expresión y frase todo el arsenal de dudas, contradicciones y paradojas que asaltan a su personaje a lo largo de la película.

Gone Baby Gone es, para Arquero Urbano, un ejemplar retrato de una sociedad en la que la desconfianza en los valores establecidos crece día a día, en la que cada vez es más difícil analizar qué es lo correcto, y en la que la aparente fortaleza de la moral se diluye a través de nuestra propia naturaleza. Cuando elegimos, sólo nos queda la oportunidad de aprender y vivir con ello, o de recordar, como dicen en la película, que "Somos ovejas entre lobos; así que sed astutos como las serpientes, y mostraos ingenuos como las palomas"

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