lunes, 19 de mayo de 2008

Cicatriz

Cerró los ojos, y se vio a sí mismo buscando una salida. Había cristales a su alrededor, que cortaban la piel al menor movimiento. Había olor a quemado, penetrando en su ser amenazante. Había sangre esparcida, pintando manchas rupestres. Dejó de recordar, y buscó un tiempo aún más lejano en el tiempo. Fracasó, y volvió al presente. Se llevó la mano al rostro. Notó algo distinto. La piel ya no era uniforme. Había algo rugoso, abierto, donde se hundían sus pequeños dedos. Tenía el sello de la eternidad, de lo irreversible.

Abrió los ojos, retiró la sábana y salió de su cama. Se miró al primer espejo. Buscó un tiempo sin cicatriz, mas no lo encontró. Usó un pincel invisible para dibujar las líneas de su rostro. No se acordaba. Era distinto, y se dio cuenta que debía aprender. Aprender a aceptarse. A vivir con ello. A que un pie encharcado siempre estará mojado. A que un soldado nunca vuelve de la guerra sin ella como compañera. Ese soldado era él. Y también su cicatriz. Y el ayer. Y el hoy. Y el mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre esperamos tus palabras, un nuevo relato, otro sueño que descubrir a tu lado, una nueva experiencia, de esas que dejan huella; pero con algunos consigues más, algo que ni tú mismo te propones, pero lo consigues con una sencillez pasmosa, y es llegar a dónde muy poca gente puede, donde mucho escritores no llegarán nunca con ni una sola de sus palabras, ni pretendiendolo, eres capaz de llegar........ a los recuerdos, a los rincones que nadie llega, al alma.


Solitaria.