sábado, 23 de febrero de 2008

ESPECIAL "OSCAR 2008" - PARTE V - JUNO


JUNO, por Bipolar
La joven (de apariencia aún más joven) Ellen Page se dio a conocer en nuestras pantallas en 2005, cuando el jurado del festival de Sitges decidió otorgar el primer premio a ese extraño thriller sobre la venganza títulado Hard Candy. Esta cinta abarcaba el siempre escabroso tema de la pedofilia. La protagonista era una adolescente que, sobre el papel, estaba destinada a convertirse inevitablemente en otra Lolita más, pero que gracias a su peculiar físico y presencia, permitió a ese film navegar sobre la cuerda flotante de la ambigüedad. Así de importante resulta la cara de un actor en las películas, y no es casualidad que Ellen Page interprete a Juno McGuffin, que desde el inicio nos deleita con sus andares masculinos, paseando por las calles de esa ciudad dibujada de los títulos de crédito.

Justo después de esos créditos de influencia cómic a ritmo de desenfadada música indie, Juno llega a un supermercado para comprar otra prueba de embarazo. El actor que interpreta al dependiente es Rainn Wilson (el Arthur de “A 2 metros bajo tierra” con unos kilos de más). Sin llevar más de 5 minutos de metraje, ya tenemos la declaración de intenciones de Jason Reitman: abanderar el espiritu freak. Sin embargo, ser freak en los tiempos actuales ya no es marginal. Ser freak es lo más, o eso es lo que Reitman intenta transmitirnos con demasiado esfuerzo (Teléfono-hambuguesa, pipa de fumar para no fumar, el profesor de química del instituto [que no es otro que el Dj turnambulista Cut Chemist] ). Al inicio, podemos pensar que Reitman está poniendo a prueba el grado de frikismo de sus espectadores, pero la broma empieza a hacerse pesada cuando, delante del anuncio de embarazo, la respuesta de Juno no es de pánico, más bien al contrario; le divierte, y demuestra tener siempre una respuesta ingeniosa, perfecta para cada momento. Ese extraño saber posar de Juno, que nos aleja cada vez más de una situación real y creible, se extiende al resto de los personajes y, cuando la situación parece demasiado artificial para ser entrañable, cuando se respira demasiada voluntad forzada por ser “cool”, Juno comunica su embarazo no deseado a su padre y a su madrastra. Sorprendentemente, la respuesta no será reaccionaria y conservadora, como se podría esperar de cualquier film pro-freaks en contra de la “gente normal”. Reitman retrata desde el inició del relato, y con aceptacion, a la familia desestructurada. Se desmarca, de esta forma, de la recurrente y trillada idea de justificar la anormalidad norteamericanda como una respuesta desorientada a la imposición del estilo de vida que representa el deformado sueño americano actual.

Juno, acompañada de su padre, visita a esa pareja ideal que podrán encargarse, con toda garantia, de la adopción del accidente de Juno, y aquí entra por fin el personaje americano-standard, interpretado (reafirmando el buen trabajo de casting) por Jennifer Gardner, que se convertirá, dandole la vuelta al habitual desarrollo de este tipo de historias, en el personaje más marginal y solitario del film. A partir de este momento, despega en todo su esplendor esta película que, más madura de lo que parece a primera vista, se muesta, con un cierto exceso de dialogos ingeniosos, como una obra fresca, sorprendente y divertida que, sin pretender ir más allá de la típica proclamación del discurso “Sé tú mismo” se adorna con alguna que otra interesante reflexión que pone en el punto de mira la siempre cuestionable realidad del modo y funcionamiento de las relaciones de pareja. Todo eso, a pesar de que la aventura de Juno terminé como una excentrica lovestory de final feliz. No lo olvidemos. Por mucho que Juno siempre conteste con una seguridad digna de los que más saben sobre la vida, no es más que el descaro de una muchacha que tan solo lleva 15 años paseando por este mundo de freaks.


JUNO, por Ángel

Juno, de entrada, parece un nuevo eslabón en el frágil ensamblaje que ha convertido a parte del cine indie americano en pasto de la intrascendencia y un forzado sentido de la originalidad. Suenan unas notas de música independiente, mientras Ellen Page aparece en escena, comienza a hablar, y la pregunta se desliza por los poros de la pantalla. ¿Otra adolescente desencantada, con estética y lírica neo-hippie, dispuesta a describir con fuegos artificiales el extraño mundo que la rodea? Bastan escasos minutos para reconocer el error de tan prematura conclusión.

Juno es, desde su concepción (que la protagonista dé nombre a la película no es casual), un tributo a un personaje escrito, diseñado e interpretado con una frescura, encanto y profundidad ciertamente encomiables. Poco importan las intenciones de sus creadores. Poco importa si pretendían organizar un discurso moral, o si éste es desafiante. Poco importa si es una reivindicación de las virtudes del cine independiente. Todo importa realmente muy poco cuando el irresistible talento de Ellen Page y, por ende, de su deliciosa encarnación de Juno, crece, evoluciona y enamora como ocurre en esta película.

Juno nació para hablar de Juno, pero también para hablar de la necesidad de normalizar la realidad. Sería irreverente olvidar un magnífico elenco de personajes, cuyos sentimientos y relaciones con la protagonista ayudan a dibujar (con una normalidad sorprendente) un retrato en el que la cercanía se impone por encima de cualquier otra sensación. Juno recuerda a Mafalda, y ayuda a imaginar un mundo mejor. Si el embarazo adolescente, las relaciones paterno-filiales, la complejidad del primer amor o la ruptura de una pareja pueden ser tratados de esta forma, existe esperanza. Al final, poco importa derrumbarse y llorar. Siempre quedará espacio para cantar una canción.

2 comentarios:

Un perro madrileno dijo...

Coincido con tu visión de la película, Ángel. Tuve la misma sensación mientras la veia: película de personaje(es). No quiero detenerme en cada uno(todos ofrecen algo), pero además de la deliciosa Juno, que llena la película, me parecen maravillosos el padre y la madrastra, con su estoicismo ante LA NOTICIA, el "amigo", con su sufrido amor por Juno (ay, cuántos hemos padecido el mismo sufrimiento), y el futuro padre adoptivo, que tanto nos recuerda a alguno de nosotros, con exigencias de hombre, pero con alma de adolescente para algunas cosas.

Gran película, al fin y al cabo, rodada con maestría, elegancia, y un tono insuperable ante un tema espinoso.

Linkk dijo...

Agradezco tu participación, querido amigo.

Veo que compartimos opinión. Juno reivindica un tipo de cine indie cuyo estado de salud me preocupaba seriamente. Cuando el cine afronta los temas espinosos desde la normalidad, y rehuye del dramatismo, suele salir victorioso. No siempre hay happy end en la vida, pero es un placer que exista en películas como ésta.